Consideraciones previas a una lista frustrantemente corta
Esta lista de recomendaciones de manga yuri me ha dado dolor de cabeza de compilar. Un dolor de cabeza distinto (opuesto, diría) al que le ha dado a E. su lista (próximamente) sobre BL sin publicar en España. Donde ella encontraba una sobreabundancia de opciones, yo me encontraba en el desierto.
¿Por qué no hay tanto yuri donde elegir? Para empezar el problema del embudo: no dudo que en Japón, dada la oferta general tan extensa de manga de cualquier género, haya una cantidad y calidad decente de obras yuri. Pero para llegar hasta nosotras ya viene mediada por lo que se pueda encontrar en ediciones en idiomas que el lector potencial maneje (en mi caso, se limita bochornosamente al español y el inglés, pero quizá haya que aprender italiano que al menos ellos han tenido la decencia de acabar Gintama), ya sea en publicaciones oficiales o no oficiales. El embudo se estrecha aún más en el caso de España, donde mi tesis es que una de las grandes fuerzas de la demanda de mercado sigue siendo la misoginia.
No pretendo sugerir que de algún modo Japón sea una ámbito menos sexista que el nuestro — aunque últimamente muchos quieran hacer un fetichismo “en positivo”, negando cualquier tipo de “mancha” de conservadurismo en el país de donde proviene su adorado manga, sin escuchas a voces críticas autóctonas, una práctica tan de orientalismo como su contrario. Aunque las historias donde la figura del oprimido (mujeres, personas queer - aunque sobre lo queer del yuri y el BL habría mucho que discutir) nunca van a gozar de la misma atención que las narrativas hegemónias el hecho de que haya demanda más variada que satisfacer implica que les artistas que tratan estos temas tienen más avenidas para hacerlas llegar al público. Lo que aquí nos llega está mediado por los gustos de un mercado mucho más pequeño que el original japonés, independientemente de otros prejuicios.
Al menos ahora, con la tercera edad del oro del manga (¿otra burbuja que algún día explotará?), empieza a haber un tímido crecimiento del interés en publicar yuri, respaldado por el modesto éxito de obras como la notable Bloom Into You que hace que no solo editoriales pequeñas se atrevan con ellas. Pero nuestro país siempre ha sido territorio extremadamente hostil para el yuri — donde ni siquiera una obra de indudable valor artístico como Flores Azules pudo evitar pegarse una hostia comercial según su propia editorial. Sería interesante desarrollar en un artículo de verdad, pero ofrezco la tesis de que el yuri es un género mucho más queer (en contenido, creadores y consumo) que el BL, y esto también ha representado un obstáculo para su éxito comercial, mientras que en muchos casos el BL refuerza, más que desafía1, la cultura heteronormativa.
En mi periplo por encontrar obras que recomendar que me fueran desconocidas he dado con un panorama un poco decepcionante. Abundan los slice-of-life e historias de estudiantes de instituto. El pan nuestro de cada día en manga, pero para cualquier otra demografía encuentras obras de calidad de otros géneros en abundancia. En otros géneros encuentras thrillers y obras de fantasía histórica, cosas mainstream para todos los gustos, y nichos mucho más para le lectore exquisite (yo), y hay tanto que es difícil que no se me ocurran un buen puñado de obras maestras por cada demografía así sin pensar. Incluso, por seguir las comparativas, en la otra demografía de historias alrededor (supuestamente) de personajes (supuestamente) queer como el BL la oferta de obras de alta calidad en una variedad de géneros y premisas es grande. Incluso ya pasando la barrera de lo que solo se publica en España une puede leer una obra maestra de fantasía urbana centrada en el argumento (The Night Beyond The Tricornered Window) a un drama edgy centrado en las relaciones (Pájaro que trina no vuela) y media docena de series de gran calidad cubriendo el terreno tradicional de las vivencias cotidianas de estudiantes de instituto enamorándose entre ellos.
He de confesar que tras semanas de leer todo el yuri que caía en mis manos (y no me hacía dejarlo en la primera página, pero bueno, eso también me pasa mucho con cualquier otra demografía) aún no he encontrado equivalente a mis series shojo, josei, BL o incluso shonen (mira, de seinen, esa la más sobrevalorada de las demografías, hablamos otro día) favoritas. Obviamente no es porque las autoras trabajando en yuri sean de menos calidad o porque personalmente me interesen menos esas historias. Obviamente. A las razones ya dadas habría que añadir otra: a las obras yuri se les da menos oportunidad de longitud — esto es, cuando pensamos en los manga que más nos emocionan artísticamente suelen ser aquellos con cierto número de tomos, donde la autora haya podido construir un ritmo y un mood a través del tiempo. Por motivos de prejuicios (excusados como razones de mercado, como si uno no se alimentase de lo otro) el manga yuri suele quedarse en pocos tomos, cuando no en el tomo único2.
No es que no haya encontrado obras que me gustase (incluso varias que no entran en la lista por razones no necesariamente de preferencia personal) e incluso algún descubrimiento emocionante, pero en general lo que saco después de esta búsqueda del yuri a recomendar es sobre todo frustración. Y cabreo porque sé de dónde salen estas limitaciones, y lo poco que se habla de ellas o se dan pasos para solucionarlas.
Tras estas disquisiciones… ¡hablemos de chicas guapas enrollándose con chicas guapas!
Mejirobana no Saku de Nakamura Asumiko
No es descabellado pensar que de las series yuri de esta lista Mejirobana no saku esta la que tiene más posibilidades de ser publicada en España, dado que la autora es una asidua de nuestras estanterías — y de muchos corazones que la consideran la creadora del manga BL de instituto por antonomasia. Nakamura Asumiko parece haber querido intentar el doblete y llevarse el premio de mejor yuri de decorado vagamente europeo y uniformes bonitos. Con un historia simple, pero atractiva en su clasicismo: internado solo de chicas, académicamente exigente, propicio para enamoramientos sáficos, donde nos encontramos la básica combinación chica morena extrovertida más normalita con bellezón rubio de comportamiento gélido. Con estos hilos sencillos la autora crea una obra atmosférica y con un estilo sugerente y elíptico, donde la fuerza está en las composiciones de los paneles y el encuadre de las escenas. Todo muy artístico, como nos gusta aquí. No hay mucho que decir salvo que es muy, muy bueno, y que se nota que bebe de saludables tradiciones del shojo vanguardista — imposible no hacerlo, con esa estética europea. Está editado en Estados Unidos por la omnipresente Seven Seas, bajo el título de A White Rose in Bloom.
Como anécdota decir que a pesar de la mucha fama de Nakamura Asumiko este manga es personalmente el primero que me leo de ella, por ser hispter y contrarie, que no voy a empezar por el BL como las normies3.
Qué editorial podría sacar esto: Tomodomo, que ya tienen En la misma clase (aunque no tengo esperanzas de que les lectores de BL acudan en masa a esta historia) y este sería una buena contrapartida sáfica.
Majo ga Koi suru 5 Byou Mae de Sumiya Zeniko
Este humilde pero incipiente esfuerzo por publicar más yuri en occidente viene encabezado por las editoriales americanas y en esto Seven Seas ya hemos visto se sitúa indudablemente en la vanguardia, con una oferta bastante amplia (más en el sentido cuantitativo que cualitativo, welp) de la que alguna editorial española podía aprender. Así se cuelan obras un poco alejadas del molde usual de los mangas yuri (en general el molde de toda demografía para mujeres jóvenes, a la imagen del shojo) de chicas de instituto que se enamoran en un entorno realista y ritmo lánguido4. Majo ga Koi suru 5 Byou Mae (en la edición americana 5 Seconds Before a Witch Falls in Love) peca quizá de un ritmo demasiado rápido o, en realidad, tiene el problema de muchos yuris que he leído: su historia requiere más tomos. Pero ahí ya vuelve a interceder la demanda de un mercado que le da a cualquier shonen mediocre tropecientos tomos (verdaderas aberraciones actuales gozan de al menos la veintena) pero con los yuri nadie quiere arriesgarse más de un tomo. Pues eso, que me hubiera gustado que este manga estuviera más desarrollado pero aún así es una lectura con muchos puntos a favor: en primer lugar un estilo de dibujo fluido que no cae en lo cuqui, personajes carismáticos y un tono liviano que a veces se agradece. El manga plantea dos historias distintas, pero ambas en clave de romance cómico y con elementos de fantasía: brujas que se enamoran de cazadoras de brujas, ángeles y demonios que compiten por los afectos de una chica mortal. Nada demasiado original, pero que resulta refrescante por la novedad del tratamiento, y la limitada oferta de este tipo de dinámicas entre personajes en el universo yuri.
Qué editorial podría sacar esto: Ya sé que es difícil que las grandes editoriales se la jueguen con tomos únicos, pero este manga es muy accesible para todos los públicos y le vendría bien un Norma, para que licencien un yuri para variar.
Free Soul de Ebine Yamaji
Algo que he observado en muchos de los mejores manga yuri que he leído en esta búsqueda es que no es infrecuente un esfuerzo por incorporar problemas del mundo real en las narrativas — esto es, que no son mundos donde la homofobia se ignore, pero tampoco se usa como una herramienta argumental para impedir o resolver romances, como en muchos BL. Es simplemente parte del mundo donde estas mujeres queer viven. En Free Soul el tema de la homofobia familiar es el detonante de la trama, pues obliga a la protagonista a abandonar su casa y acabar siendo acogida por una anciana que resulta ser una artista (aún muy activa) de cierto renombre que abre su casa a los que no tienen dónde ir. Aunque el argumento de Free Soul descansa, en gran parte, en una relación amorosa a trompicones entre nuestra protagonista y la chica de sus sueños, es en estas escenas con su familia alternativa donde más más interés tiene el relato.
El otro aspecto original de este manga es que su estructura se apoya en el propio manga que nuestra protagonista está dibujando, una historia en la que proyecta sus vivencias en la piel de una cantante de jazz americana que se enfrenta a diversos -ismos para desarrollar su carrera. Entre la trama principal se intercalan páginas de este manga-dentro-del-manga y vemos cómo las vivencias de su dibujante afectan a esta obra. Es un recurso narrativo bastante típico de auteur y pretencioso (en el buen sentido) y aunque en momentos resulta un poco juvenil, es también lo que hace de Free Soul una obra tan particular. Más allá de ser un manga centrado en un romance entre mujeres, trata de un abanico de temas, como los hogares encontrados frente a la asfixia de la familia biológica, las expectativas amorosas, o el proceso creativo, todo informado por la condición de lesbiana de su protagonista.
Obra con ciertas aristas (cierta problemática en la visión de la bisexualidad y la típica idealización de la monogamia) que aunque me molestaron no me impidieron apreciar su valor artístico o la visión tan personal de la autora, tanto en la escritura como en el estilo de dibujo. Mangaka que tiene varias obras de la misma temática, por cierto, con muy buena pinta también.
Qué editorial podría sacar esto: Esto es carne de Ponent Mont.
Hitogoto Desu kara! de Yuni
Romances en la oficina es un subgénero existente en muchas demografias y géneros, pero es especialmente popular en las historias yuri. No es una premisa que me interese personalmente mucho, pero Hitogoto Desu kara! es una serie un poco distinta. Para empezar su autora es abiertamente una mujer queer — de hecho junto con su pareja ha dibujado una obra autobiográfica sobre su relación, que también estaría muy bien que sacásemos en España ahora que la no ficción está gozando de buena salud. No se trata de hacer gatekeeping, sobre todo en una profesión donde permanecer en el armario puede ser estrategia de supervivencia esencial, pero a veces une se queda más tranquile sabiendo que un manga protagonizado por personajes queer ha sido informado por la propia experiencia de una autora disidente sexual ella misma (igual que no me da mucha confianza acercarme a un yuri dibujado por un hombre con antecedentes de dibujar lolicon, como ejemplo aleatorio). A veces basta con ver cómo están dibujados los desnudos (que los de esta autora me encantan) para saber que estás en buenas manos, manos no-explotadoras o cosificantes. Aquí creo que se nota la experiencia vivida en la falta de culpa o remordimiento de sus personajes5, en particular aquí la protagonista vive su lesbianismo de manera bastante lúdica y sin complejos. El foco aquí no es tanto el romance como la relación de reconocimiento y conexión entre dos mujeres sáficas que trabajan en la misma compañía y sus diferentes maneras de afrontar el trabajo y las relaciones.
Con un dibujo agradable pero no demasiado génerico, este es el manga más comedia de toda la lista, que entre tanta lesbiana meláncolica y anhelante pues es una bocanada de aire fresco. Y bueno, siempre está muy bien ver a adultas protagonizar manga. Está completa con 3 tomos y la ha publicado en digital la plataforma de suscripción Manga Planet. De esta misma autora está publicada, está vez en físico por Yen Press, I Love You So Much, I Hate You, más popular, pero que me ha interesado menos. Pero se nota que la mujer tiene sus intereses particulares.
Qué editorial podría sacar esto: ¿Un manga sobre mujeres adultas que viven su lesbianismo sin complejos y además en clave de comedia? No hay huevos.
Tsuki to Suppin de Akegata Yuu
Me hubiera gustado incluir algo más edgy, más sórdido, más extremo en esta lista, pero la verdad es que las cosas que encontré no pasaban la criba de calidad. Le di una oportunidad a la muy famosa obra Gunjo de Nakamura Ching, aunque se me antojaba una versión lesbiana de los ejercicios, a la vez pueriles y con ínfulas, de un Asano Inio o un Oshimi Shuzo y en efecto eso es exactamente lo que me dio Gunjo; aún busco la obra yuri oscura y extrema que satisfaga este nicho particular.
Así que en general me ha quedado una lista llena de historias ligeras, agradables, trágicamente wholesome6. Y esa es una buena manera de describir Tsuki to Suppin de Akegata Yuu. A diferencia de las otras series recomendadas aquí esta historia no trata de romances en ciernes sino de una relación ya establecida — aunque su narrativa no lineal nos deja vislumbrar los inicios y desarrollo de su romance.
Hay poco conflicto aquí, y también es interesante ver una narrativa donde la familia no resulta un obstáculo para la relación, sino una influencia positiva7. Los personajes son realistas sin ser insulsos y su dinámica le da al manga una inusitada profundidad psicológica bajo su toque ligero — los pensamientos de las protagonistas son pequeños dilemas mundanos, en vez de grandes dramas románticos. Es todo muy chill, todo muy de peli indie, con un dibujo de mangaka más independiente; no es esta una obra mainstream o para públicos más amplios. Está publicada en Manga Jam (la misma revista que saca Hitogoto Desu kara!) y también se puede leer en inglés en Manga Planet, bajo el título Night and Day, que hace referencia a las distintas personalidades de las protagonistas, en un set up que recuerda a la inferior Collectors de Nishi Uko, pues aquí una chica muy interesada en la moda y vestir bien se enamora de una fotógrafa “tirada” con pintas (y ambiciones) de artista. Creo que tendría cierto éxito, pues es una buena obra para lectores no necesariamente interesades en manga, pero que les guste el comic indie con personajes LGTB.
Qué editorial podría sacar esto: Fandogamia, que tratan muy bien a su público queer, y el estilo de dibujo off-beat no desentonaría con la gente que publica La librera calavera Honda-san.
Odoriba Ni Sukaato Ga Naru de Utatane Yuu
Ya estaba resignade a no encontrar ese yuri que de verdad me enganchase (aparte de A White Rose In Bloom, pero eso era de esperar, tenía la sensación de que la autora me gustaría), que se destacase de los demás por apelar personalmente a mis gustos estéticos, una obra que realmente supusiese un descubrimiento para mí, y me emocionase compartir su existencia. En principio no parecía Odoriba Ni Sukaato Ga Naru el manga ideal para que esto pasase: enésima historia de chicas de instituto. Esta vez ambientada en el mundo del baile — de salón, no ballet o arte de la danza. Un contexto curioso aunque no inusual, pero me gustan los mangas de instituto donde les protagonistas tienen ciertos objetivos o intereses en vez de ser “adolescente genérico”. El argumento que plantea desde el inicio (y que une a las protagonistas) es lo que me atrapó desde la primera página: la configuración de una pareja de baile fuera de lo común.
Aquí tenemos una chica alta y de belleza impasible que quiere “dejarse llevar” en el baile, y una chica lanzada de poca altura que anhela ser líder en una pareja de baile, algo que el resto de personajes en la historia considera una absoluta imposibilidad. Subvirtiendo las expectativas de baile también este manga yuri ataca, irónicamente, las suposiciones de la heteronormatividad8: se espera que la chica alta siempre sea la que guíe en el baile, como reproducción estética de los bailes hombre-mujer, suponiendo al hombre más alto siempre y por lo tanto reproduciendo roles de género en un ambiente teóricamente libre de hombres. La premisa, como si de un Otomen9 lésbico y de danza se tratase, se basa en la angustia que la imposición de estos roles de género produce en los protagonistas.
Luego hay los típicos elementos de historias de instituto: malentendidos, amores cruzados, ansiedades, eventos. Los personajes puede que no parezcan nada del otro mundo a primera vista pero tanto la pareja principal como las chicas secundarias resultan sus propias personas desde el primer trazo, con una vibe que se sitúa a medio camino entre A White Rose In Bloom y el seinen/shojo Kageki Shojo! El romance tiene cierto aspecto de slow burn, lo cual es de agradecer en historias de mujeres queer en general. De momento va por dos tomos en Japón, y esperemos que a la autora le dejen los que quiera.
Y es que es difícil transmitir qué hace de este manga algo tan especial: es una cuestión de escritura, de manejo del ritmo, de decisión de encuadres y disposición de paneles y un arte liviano y expresivo. No es algo que pueda apuntar y decir “esta es la razón”. Es la sensación que te deja después de leerlo. En resumen: este manga es notable, en mi opinión, porque más allá de su calidad o de su interés para mí como lectore, me ha hecho conocer a una artista con potencial de convertirse en una muy interesante figura en el futuro si le dejan un hueco, por las maneras que apunta y la personalidad que ya demuestra en Odoriba Ni Sukaato Ga Naru.
Qué editorial podría sacar esto: siendo egoísta me gustaría que fuera Tomodomo o Milky Way, que la publicarían muy bonita, pero de manera más realista a lo mejor podemos convencer a Planeta porque tiene una vibe parecida a Bloom Into You.
Y hasta aquí esta modesta lista, esperando que la supremacía lésbica y el fin del patriarcado nos traigan un futuro con más oferta.
Sin dejar de desafiarlo aunque sea de manera superficial; esa es la razón por la que el BL nunca podrá a llegar a ser el género más popular en plan éxito crossover, porque aunque en teoría el BL representa el gran sueño de los lectores y las lectoras de España (un género sin personajes femeninos) la rampante homofobia de los españoles cishetero hace que esta franja tan grande del mercado tenga imposible acercarse al BL. Es increíble (y deprimente) que en 2022 te encuentres escenas en las tiendas de manga de jóvenes poniendo caras de asco o burlándose delante de la estanteria de BL, para reforzar delante de sus amigos lo muy cishetero y varoniles que son, por si quedaba alguna duda de que el género es una construcción que necesita de refuerzo constante.
Sin quitar que en Manga A La Deriva somos muy MUY fans del concepto de tomo único y puede dar cabida, perfectamente, a auténticas obras maestras.
De hecho, aunque ya he leído más de la autora, aún no le echado un ojo a En la misma clase lmao.
Esto no es un juicio de valor, es evidente por esta lista que me gusta el ritmo lánguido.
Respecto a mi tesis sobre lo queer en el manga: se nota una experiencia más vivida o al menos interesada en las vidas reales de las personas queer cuanto más exteriorizados estén los problemas. Es decir recrearse en la culpa interna o la homofobía internalizada es un recurso más para la mirada hetero, mientras que plasmar presiones externas (como la homofobia de la familia en Free Soul) corresponde a un intento más sincero (por experiencia propia o no) de acercamiento a lo queer. A los heteros les gusta leer/escribir de cómo les queer nos odiamos a nosotres mismes, le da morbo a la vez que les reconforta con respecto a su propia identidad. Esto no quiere decir que la homofobia internalizada no sea una experiencia queer común o que no haya artistas que la traten desde un punto de vista personal, pero no en el mismo plano mitad regodeo mitad dar pena de algunos BL populares (y especifico porque “la culpa” es especialmente atractiva para artistas hetero a la hora de pensar la homosexualidad masculina).
Concepto realmente grimoso que apela al peor puritanismo cultural que en su afán por “sanitizar” las narrativas queer para dar visiones positivas en contraste con la tradicional representación de lo queer por parte de los heteros, como algo mórbido y malvado — sí, sí, tristemente la primacía de lo wholesome nace de un impulso comprensible — se ha convertido en una fuerza para limitar y aplanar estas narrativas, cuando no perseguir a sus autores, cuanto más subalternos más perseguidos. Las historias de personajes sáficos son blanco especialmente frecuente de la tiranía de lo wholesome, dando a reacciones (y reacciones) realmente contraproducentes, desde buscar elementos tóxicos en el romance lésbico en Puella Magi Madoka Magica hasta consecuencias en la vida real como echar a Isabel Fall del mundo literario a patadas.
Cuando se trata de personajes queer de color el gusto occidental se decanta por narrativas donde la familia demuestre comportamientos intensamente conservadores, y sea un obstáculo casi insalvable para los amantes (a la manera de historias de época con heteros). Implícitamente los occidentales queremos ver narrativas donde sociedades de personas racializadas se nos presenten como más retrógradas que la nuestra — para así poder obviar el hecho de que la homofobia está vivita y coleante en nuestros lares. Con Japón además se da el doble razonamiento: pintarlo como el sumun de lo civilizado (en oposición a las sociedades más atrasadas del resto de Asia) y defender que hay mucha libertad para las personas LGTB. Pero también defender que no podemos tener expectativas de liberalismo (pues no son blancos, al fin y al cabo, a pesar de su acercamiento a la blanquitud en nuestra mente) cada vez que algune comenta que tal manga o este anime contiene mensajes homófobos. “Tienes que tener en cuenta en contexto japonés,” reclaman como si estuvieran siendo sofisticados, o sea que no podemos esperar lo mismo del manga que de una producción occidental, vienen a decir.
Desmontar esto aunque sea por aproximación me interesa personalmente, ya que hoy en día y particularmente en España todavía se considera románticamente deseable que un hombre sea físicamente imponente, hasta el punto de repudiar opciones sexuales que no se ajusten a estas expectativas — la típica expresión de una chica que dice “yo no salgo con hombres más bajos que yo” es todavía algo frecuente, y necesita ser opuesta ferréamente, pues se basa en suposiciones retrógradas en el mejor de los casos y literalmente peligrosas en el peor.
Leed Otomen, por lo que más querais.